Prólogo de Mike Caveney
“No se dice suspensores, sino tirantes”

Si has visto a Guy Hollingworth actuar en vivo, entonces quizás hayas comprado este libro simplemente para averiguar el secreto de sus trucos. Créeme, no te culpo. Esa es la auténtica razón por la que accedí a publicar el libro de Guy: permitirme ser el primero en leer el original para aprender cómo diablos eran posibles tales milagros. Es evidente, para cualquiera que haya contemplado una actuación del joven señor Hollingworth, que su habilidad con una baraja es sencillamente asombrosa. Pero, armado como está de un poderoso arsenal de talentos, no duda en emplear la más simple sutileza para obtener el efecto deseado. El problema para el espectador es que nunca puede estar seguro de si está siendo engañado con una técnica perfectamente ejecutada, o si el peso del juego recae sobre una carta de doble cara introducida en escena de modo subrepticio.

Pero la charla sobre metodología le corresponde al autor. Por medio de sus propias palabras e ilustraciones, Guy ha explicado claramente cómo creó cada uno de sus efectos, los métodos para realizarlos y la filosofía que los acompaña. De lo que sí me gustaría hablar aquí es de Guy Hollingworth como persona.

Si nunca has visto al autor, la lectura de este libro te llevará a pensar que Guy es un profesor de universidad. La verdad es que este libro ha sido escrito por un estudiante universitario, un estudiante “muy británico”, todo sea dicho, pero no quiero que te hagas una idea equivocada. Quizás pueda explicarlo de esta manera: recuerda cuando estabas en la universidad y por fin lograbas sentarte a escribir aquel trabajo en tu habitación del colegio mayor. Mantén esta imagen en la cabeza mientras voy describiendo cómo se escribió este libro. Guy se levantaba por la mañana y, si podía quitar a sus estudios algunas horas, se ponía una chaqueta y una corbata, se enfundaba con rapidez unos pantalones inmaculadamente planchados y se calzaba unos zapatos de piel. Entonces, y solo entonces, se sentaba frente a su ordenador y comenzaba a trabajar. La razón de todo esto, decía, era que la ropa le hacía meterse más en el trabajo, a la vez que le servía para recordar la importancia de la tarea que tenía entre manos.

Sus aficiones fuera del campo de la magia son tan variadas como interesantes. Toca el piano todos los días con un instrumento que ha pasado por las manos de varias generaciones de Hollingworths. Es un experto esgrimidor y aprecia el refinamiento de los buenos modales y la ropa elegante. Una vez, hablando del esmoquin, hice gala de mi enciclopédica ignorancia preguntando: ¿Es correcto abrochar los suspensores a los pantalones por debajo del chaleco? Para mí –pobre inculto– esta pregunta sonaba de lo más natural. ¡Qué mal quedé!… no quiero ni recordarlo. Guy frunció el ceño y dijo: Bueno, en realidad, no se dice suspensores sino tirantes, y no se dice pantalones sino pantalón, e idealmente los tirantes se abotonan, no se abrochan; y por supuesto siempre van por debajo del chaleco. Sí, por supuesto. Eso es lo que quería decir.

Actualmente no parece muy claro que el mundo de la magia vaya a poder mantener el interés de Guy a tiempo completo. Tras obtener su licenciatura en Diseño industrial, Guy ha pasado todo este último año trabajando exclusivamente como mago. Si bien es cierto que este tipo de vida tiene sus ventajas, él ha decidido volver a la universidad para obtener una licenciatura en Derecho. El término licenciado parece tan poco apropiado para Guy Hollingworth como apropiado parece el término abogado.

Sea cual sea la vida que elija, esperemos que perdure su fascinación por la magia. Después de leer este libro, piensa si no estás de acuerdo conmigo en que nosotros le necesitamos mucho más a él de lo que él nos necesita a nosotros.

Mike Caveney
1 de abril de 1999


En la nota del editor que escribí en 1999 para la primera edición de Engaños de salón manifesté mi preocupación por que el mundo mágico pudiera perder a Guy Hollingworth, puesto que había decidido regresar a la universidad para graduarse en Derecho. Me preguntaba cómo alguien podría trabajar de abogado a tiempo completo y a la vez de mago.

Aquella preocupación resultó ser del todo innecesaria, pues durante los últimos veinte años Guy ha hecho exactamente eso y ha sobresalido en ambos campos. Trabajar como abogado autónomo le ha permitido aceptar aquellos compromisos mágicos que le han parecido de interés, ya fuese para participar en un congreso de prestigio como el FISM, actuar en algún lugar exótico como Sudáfrica o Chile, o presentar en Los Ángeles su espectáculo The expert at the Card Table, inspirado en Erdnase.

Además de sus actuaciones, Guy ha seguido creando el tipo de magia por la que ahora es conocido en todo el mundo. Su reputación mundial ha crecido a través de actuaciones en vivo y de la gran distribución alcanzada por Engaños de salón, que es, con mucho, nuestro libro más vendido, ahora en su novena edición. Estoy encantado de que Laura Avilés, de Páginas, ponga este material atemporal al alcance del mundo de habla hispana.

Mike Caveney
1 de octubre de 2020

arrow_upward